Como
conclusión se puede afirmar que el hecho de dormir y soñar son actos para
desarrollar una buena salud y estabilidad mental. Soñar es clave, es una
función de gran importancia, ya que durante el acto de soñar realizamos una
investigación sobre nuestros deseos y necesidades, aspiraciones y temores que
están muy dentro de nosotros. Llegar a recordar lo que se ha soñado puede
ayudar a desenmascarar las emociones guardadas, los recuerdos enterrados y las
vivencias no comprendidas, por lo que soñar es altamente terapéutico. Uno de
los personajes más importantes en el entendimiento de lo que soñamos fue sin
duda Sigmund Freud. Sus descubrimientos se basaron en que al soñar se tiende a
resaltar las emociones que han quedado guardadas y enterradas en la parte
subconsciente del cerebro, y suben a la superficie consciente del mismo durante
el sueño. Nuestros sueños pueden ser tan cómo ocurrieron en la realidad vivida,
es decir sin deformación, de forma directa. O deformados de manera intencional
por nuestra psique, al no llegar a la comprensión deseada o necesitada,
aplicamos alteraciones, unos cambios y unas peculiaridades especiales para
descifrar el código del mensaje que nos lleva a una nueva dimensión de nosotros
mismos. La habilidad para cambiar el curso de los acontecimientos de un sueño
permiten al soñante comprender la naturaleza ilusoria de la realidad, la
capacidad virtual cambiante, transformadora de los acontecimientos en el sueño
y el encuentro con un descubrimiento asombroso, que es la capacidad de
transformar de la misma manera, con precisión, en los programas insertados en
la mente de desvalimiento, desvalorización personal, miedos, fobias o cualquier
otra aceptación inmovilista que pueda dañar o impedir el bienestar,
contribuyendo al logro de la paz, el conocimiento y la libertad. El sueño es un
proceso fisiológico que se da en un ámbito neurológico. Y probablemente el
mismo sueño se deba a un mecanismo del sistema nervioso central el cual influye
condiciones externas como la fatiga o la privación del sueño. No es posible
hablar de trastornos del sueño como grupo de afecciones que solo infieren en el
ciclo nocturno, ya que siempre se encontrara una causa o consecuencia de estas
patologías en otro tipo de trastornos y enfermedades y que, a su vez estén
afectando el organismo como un todo y no como de una manera separada. A partir
de las diferentes teorías sobre el sueño que van desde la programación y
almacenamiento de la memoria, hasta la respuesta inconsciente de las mismas
emociones del individuo; de igual manera pasando por la expresión de factores
psicológicos y sociales del mismo. La principal relación que se puede
establecer entre los sueños y el factor emocional es aquella que se presente
como interdependencia entre estos, pues una vez que el factor emocional está
afectado los sueños producidos durante la noche se tornan de una manera
negativa lo cual repercute como ansiedad en el individuo. De la misma manera
cuando los sueños presentan situaciones contradictorias pueden llegar a afectar
la función emocional del soñador, a tal grado producir el insomnio por el miedo
a poder concebir el sueño. Es importante destacar que cada día los individuos
esta expuestos a distintas situaciones que de alguna u otra manera tienen un
gran impacto sobre en la manera en que dormimos. La estructura del sueño
depende en gran medida del evento y de que tan predominante sea este debido al
nivel de emoción que se le impone, sobre todo el resto de las experiencias a
las cuales el ser humano está sometido día con día.
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